El sistema en el que vivimos es un intento desesperado-organizado por someter a las personas libres y creativas y convertirlas en esclavos de automatismos y costumbres.
Cuando una organización te impone costumbres, está sometiendo tu libertad de crear a la mera repetición de actos estúpidos, y todo lo que uno haga por costumbre, es una evidencia de estupidez.
¿Por qué una persona que nace hoy, tiene que privarse de placeres, sólo por respetar costumbres sociales o religiosas? Durante años, las religiones han sometido adeptos utilizando a los padres y madres de familia como principales cómplices. La idea es atajar al recién nacido e imponerle ideas y dogmas que lo limiten. El sistema, la religión, no soportan a los seres libres y puros, y cuando nacemos somos eso, seres sin escrúpulos ni limitaciones que no hacemos más que atentar contra las imposiciones religiosas y sociales. Al nacer estamos a favor de la liberación sexual, de la masturbación, del placer a través del cuerpo y los sentidos, y placer, para la religión, es mala palabra.
Nuestros padres son víctimas inconscientes de un sistema que lleva miles de años de organización y que busca asegurarse una continuidad a través de la inocencia de las masas.
Bautizar a un niño es sentenciarlo. Lo mismo que anotarlo en un club de fútbol al nacer o afiliarlo a un partido político. Son todos actos de inseguridad que van en contra de la filosofía misma de la libertad. Es forzarlo a que le guste lo mismo que a vos.
Si tan bueno es el grupo al que pertenecés, tranquilo! Tu hijo sabrá elegirlo en su momento.
El opuesto de libre no es encerrado, se puede vivir en una habitación de 2x2 y ser libre. El opuesto de libertad es el sometimiento, la libertad es la capacidad que tenemos de elegir, pero educamos a nuestros hijos para que hagan lo que nosotros queremos, no los motivamos a elegir. Elegir es la máxima expresión de libertad y un ser libre nos molesta... si!, incluso nuestros propios hijos. Lamentablemente no somos conscientes de ello y no es algo que hagamos con mala voluntad.
No somos libres y sin quererlo vamos en busca de que nadie lo sea.
Cuando vamos viajando en subte y nos topamos con uno de esos "locos" que ensimismados le cantan a su reflejo en la ventana y se tapan los oídos para escucharse mejor y cantan y mueven su cuerpo no al ritmo del tren sino al de su propio canto, enseguida nos encargamos de categorizarlo como un deficiente, como una persona con menos capacidades que las nuestras. ¿Qué capacidades? La capacidad de ser correctos? Aburridos? Vergonzosos? Infelices?. El que canta en el subte es libre!. Sólo le importa ser feliz, está cantando desafinado y con eso le alcanza para sentirse pleno.
La discapacidad la tenemos nosotros, no somos capaces de liberarnos. El Stress, los Panic Attack, son todos síntomas de sentirnos encerrados en nuestro propio cuerpo. El Stress no es a causa de una deuda económica, es una muestra de inconformidad con nuestra realidad. Los suicidios no se deben a rupturas amorosas o a crisis financieras, son producto de darnos por vencidos en la lucha interna e inconsciente entre la realidad que nos tocó y la que hubiéramos preferido elegir. Entonces, ¿Qué esperamos para elegirla? Es sólo una decisión!
Pero claro, una decisión así libraría una batalla, y el enemigo es poderoso: tu familia, tus amigos, tu psicólogo y tu religión forman una conspiración para que todo siga como hasta ahora, para que la comodidad le gane a la inquietud de querer algo mejor. De esa manera todos somos miembros de un grupo y nunca seremos individuos con inquietudes individuales. De esa manera, la iglesia y el sistema, sólo deben responder una sóla pregunta, la de la masa. Imaginate 6.000.000.000 (6 mil millones) de personas con preguntas diferentes, ¿Cómo hacen la iglesia y los gobiernos para responder? ¿Cómo hacen las empresas para satisfasernos a todos? En cambio, en un grupo, las individualidades se promedian, todos queremos más o menos lo mismo, todos tememos más o menos lo mismo y nuestra inquietud por elegir entre una vida u otra, es remplazada por la elección entre un Plasma de 42" o uno de 50".
Pero no te sientas mal, te educaron para eso. Quizás no te acuerdes, pero cuando tenías todavía pocos meses de vida, tu papá, tu mamá y tus tíos, se desesperaban porque aprendieras a hablar ¿Te acordás? Te repetían palabras fáciles para que los imitaras, y cuando aprendiste a hablar, orgulloso querías hablar con todos pero ahora estaban molestos porque hablabas todo el día. Aprendé hablar.. pero callate!. La orden y la contraorden. ¿Y cuando te ayudaban a que dieras tus primeros pasos?... para después pedirte que te quedaras quieto. Aprendé a caminar pero quedate quieto, todo es peligroso para vos!. La orden y la contraorden. Desde chico te acostumbran a la frustración, a que no consigas lo que querés y luego de grande te pasás tus días tratando de conseguir cosas, comprando en cuotas, pidiendo préstamos a bancos, algunos incluso robando, pero todo se trata de incorporar cosas y olvidarte de la idea de que quizás vos ya tengas algo en tu interior muy valioso y que oh! casualidad! nadie te puede sacar, y es tu libertad.
Te pueden distraer, te pueden confundir con señuelos, pero la libertad está dentro tuyo y lo sabés. Simplemente tenés que preocuparte por que salga a la luz. No hace falta que te pongas a cantar en el subte, podés ser feliz en tu trabajo. La libertad no pasa por irte al sur a vender sahumerios, la libertad pasa por hacer lo que hacés todos los días pero eligiendo hacer eso. Es la diferencia entre ir a la oficina y elegir ir a la oficina. Es sutil, pero radicalmente opuesto. Y en el caso que decidas dejar de ir a la oficina porque sentís que no es para vos, será tu objetivo lograrlo sin hacerte daño por ello. Todo cambio radical es una crisis y las crisis son buenas, pero ante todo son crisis y requieren de fortaleza para pasarlas.
Es importante saber que uno es capaz de elegir lo que quiere, aunque nos hayan acostumbrado a acostumbrarnos, podemos elegir. ¿Te acordás cuando tenías 3 años y estabas jugando con una pelota, que tu papá insistía con que jugaras con los pies pese a que te encantaba lanzarla con la mano? Era tu juego! Era lo que a vos te gustaba hacer! Ya ni cuando jugás te dejan elegir! Pero no es culpa de tus viejos, a ellos les pasó igual. A eso estamos acostumbrados.
Somos animales de costumbres, el problema no son las costumbres cotidianas, esas pueden pasar como simples pérdidas de tiempo, lo grave es cuando nos acostumbramos a cosas importantes, cuando nos acostumbramos a sentir, cuando nos acostumbramos a que nos guste o no la vida que llevamos.
Cuando nos dejamos de preguntar si lo que estamos viviendo es lo que queremos vivir, es que ya nos acostumbramos a vivir, ya dejamos de tomar decisiones, ya dejamos de vivir. Es verdad que las cosas no siempre pueden ser como uno quisiera, pero es importante que nunca nos dejemos de preguntar si así queremos que sean.
* Te gustó?, leé más en: http://yojuanperez.blogspot.com/
jueves, 13 de septiembre de 2007
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